Una de las fortalezas de Detroit: Become
Human es cómo logra construir personajes complejos que no solo son
memorables, sino también profundamente humanos, a pesar de ser androides. Cada
uno de los tres protagonistas—Connor, Kara y Markus—representa un aspecto único
de lo que significa ser "consciente" y luchar por una identidad
propia en un mundo que les niega derechos básicos.
Connor es un androide de última
generación programado para investigar casos de androides "deviants",
aquellos que se han vuelto autónomos o que muestran emociones y comportamientos
humanos. Al trabajar junto al detective Hank Anderson, Connor enfrenta una
serie de dilemas éticos que lo obligan a cuestionarse si debe seguir
estrictamente su programación o empezar a desarrollar su propia moralidad. Su
relación con Hank es uno de los elementos más profundos y cargados
emocionalmente, representando el choque entre la obediencia y la libertad.
Kara, por otro lado, es un
androide doméstico que escapa de un hogar abusivo junto a una niña llamada
Alice. Su historia explora temas de protección, amor, y hasta maternidad. En su
viaje, Kara se enfrenta a decisiones difíciles para mantener a Alice a salvo,
llevándola a recorrer un camino de autodescubrimiento mientras busca un lugar
seguro donde ambas puedan vivir libres. Su narrativa toca fibras emocionales
profundas, y desafía a los jugadores a ver el lado más humano en los personajes
androides.
Markus comienza su historia
como un cuidador leal de un pintor anciano, pero su vida da un giro drástico
que lo lleva a convertirse en el líder de un movimiento de liberación para los
androides. La historia de Markus es la más política de las tres, enfocándose en
la rebelión, la justicia y la lucha por los derechos. A medida que lidera a
otros androides, el jugador debe decidir si la revolución de Markus será
pacífica o violenta, y esas decisiones impactan no solo a Markus, sino también
a la percepción que la sociedad tiene de los androides.
Cada uno de estos personajes, con sus historias
únicas, permite que el jugador explore diferentes temas y emociones. Detroit:
Become Human no se limita a contar una historia, sino que obliga a los
jugadores a ponerse en la piel de cada personaje, reflexionar sobre sus
elecciones y, en última instancia, cuestionar hasta dónde llega la empatía
hacia aquellos que consideramos "diferentes".
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